Termina la cuarta temporada de El Ministerio del Tiempo
- Democión
- 30 jun 2020
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 9 jul 2020
Han sido 8 capítulos muy corales y en los que el siglo XX ha sido uno de los principales protagonistas
El pasado martes 23 de junio terminó la cuarta temporada de la serie española El Ministerio del Tiempo. Después de más de dos años y medio de espera para una cuarta temporada —la tercera finalizó en noviembre de 2017— el 5 de mayo volvió a las pantallas la ficción española creada por los hermanos Pablo y Javier Olivares. Este año, la serie, además de ser emitida los martes en Televisión Española, ha podido visionarse un día después a través de la plataforma de streaming HBO.
La temporada ha contado con 8 capítulos de aproximadamente una hora de duración y ha sido calificada como la mejor temporada de la serie hasta el momento por diversos usuarios de las redes sociales, medios como Espinof y hasta por el propio Javier Olivares, que en una entrevista a RTVE afirmó “como unidad de temporada, creo que es la mejor de todas”. La larga espera para su estreno creó muchas expectativas entre los seguidores de la serie, y la cuarta temporada no ha defraudado. Ha contado con capítulos para todos los gustos (históricos, de ciencia ficción, emotivos, reivindicativos, etc.), reencuentros y homenajes que han provocado la gran acogida que ha tenido la serie, visible en la gran repercusión obtenida en las redes sociales, especialmente en Twitter donde ha logrado situarse como Trending Topic cada martes después del episodio. Y es que El Ministerio del Tiempo ya fue pionero en nuestro país en la narrativa transmedia y la utilización de las redes sociales en sus primeras temporadas, y en esta ocasión no se ha quedado atrás. La serie ha comentado desde sus cuentas los momentos más destacados, contestado a sus fans, remitido información tuiteada ex profeso para los capítulos por distintos organismos oficiales (como la Subdirección General de los Archivos Estatales) o creado gifs de los mejores momentos de cada capítulo.
Además de la gran variedad de géneros que ha abordado la serie durante esta cuarta temporada, los nuevos capítulos han sido más corales que en otras ocasiones, por lo que los seguidores de la ficción no solo han disfrutado de episodios muy distintos entre sí, sino que han podido acercarse un poco más a sus personajes favoritos y disfrutar de ellos durante más tiempo y con mayor profundidad. A lo largo de los 8 episodios distintos personajes han ido intercambiándose el protagonismo. Julián es la causa del emotivo reencuentro (cuantos otros encuentros también emotivos hemos visto estos últimos días a causa de la Covid-19) de los agentes en el primer capítulo y también provoca la esporádica aparición de Amelia en la temporada durante el tercer episodio. Pacino junto a Lola nos devuelve a los años de La Movida en los que se reencuentra con un amigo, pero también lleva a la destrucción del Ministerio durante el quinto capítulo en el que él es el auténtico protagonista que intenta, a espaldas del resto de sus compañeros, cambiar la historia, algo que como el propio personaje afirma “es chungo total”. Otros personajes también tienen sus momentos de gloria durante la cuarta temporada, como es el caso del cuarto episodio que comienza con la ya famosa secuencia de Velázquez mientras visita Museo del Prado y escucha y canturrea la viral canción de trap Velaske, yo soi guapa? Pero ese cuarto episodio, además de dejarnos muchos más instantes inolvidables de Velázquez, también cuenta con otros de los momentos más emotivos de la temporada—sin olvidar el maravilloso final del episodio 3 en el que Julián lleva a Lorca (personaje recurrente en la serie) a la Granada de 1979 para que escuche uno de sus poemas de los labios de Camarón, que interpreta La leyenda del tiempo, y gracias a ello se da cuenta de que ha ganado él al persistir su memoria en el tiempo— como es el sentido agradecimiento de Irene a la impulsora del sufragio femenino en España, Clara Campoamor. Tanto Irene Larra como Diego Velázquez han tenido un mayor peso en la serie durante esta temporada, ya que no solo han aparecido con más asiduidad, sino que también han participado activamente en las distintas misiones. A raíz de esta coralidad, no podemos olvidar al subsecretario del Ministerio, Salvador Martí, del que ya conocemos más sobre su pasado gracias al capítulo El tiempo vuela en el que se involucra personalmente en una misión por su significado sentimental y su acercamiento al pasado y sus inicios en el Ministerio.
Sin embargo, durante esta cuarta temporada ha habido otro protagonista fundamental que ha formado parte de la mayoría de los episodios, el siglo XX. Con El Ministerio del Tiempo hemos regresado a etapas muy distintas del siglo XX. Capítulos que nos recuerdan nuestro pasado más inmediato y nos invitan a aprender de nuestros errores para construir una mejor sociedad. Ya en el primer capítulo aparece representado el régimen franquista, con su represión y las voces disidentes. En este episodio (Perdido en el tiempo) se muestra la importancia de la propaganda para la dictadura y se introduce un tono de reflexión y de reivindicación democrática a partir del personaje de Lola Mendieta, que se siente irritada al tener que salvar la vida del dictador. Esta etapa de la historia de España también aparece en otros dos episodios (La memoria del tiempo y, en menor medida, El tiempo vuela).
El cuarto episodio (que se inicia con la ya mencionada secuencia de Velázquez en el Museo del Prado) nos sitúa en 1937, en plena Guerra Civil. En este capítulo la misión se desdobla en dos localizaciones que nos permiten observar dos mundos muy distintos a pesar de compartir un mismo año y continente. En París conocemos a la artista Dora Maar y a su pareja Picasso que ya había creado su reivindicativo cuadro en contra de los ataques franquistas, el Guernica. Se muestra una ciudad de luz, vida nocturna, fiestas y artistas. Un París en el que también se presenta a un personaje clave para la historia democrática española, Clara Campoamor, que se encontraba exiliada en la capital francesa. Mientras tanto, esta situación contrasta con la de sus compatriotas en Madrid, que sufren los bombardeos de la Guerra. El capítulo muestra el afán de los republicanos por proteger los cuadros del Museo del Prado, pero también el descuido y la corrupción de una sociedad asfixiada por una guerra a la que todavía le quedaban dos años para terminar. En El tiempo vuela este episodio traumático de nuestra historia también se hace un hueco. Salvador viaja al Madrid de 1936 y se muestra, además del panorama político del momento, y la implicación de la Unión Soviética en la Guerra Civil; uno de los más repetidos debates éticos en la ciencia, el uso de los avances científicos para la guerra y la destrucción.
El segundo episodio (El laberinto del tiempo) también se centra en el siglo XX, pero en uno más cercano a nuestros días el de La Movida madrileña de los años 80. Se trata de un capítulo que homenajea a la época y a sus referentes sin olvidar algunas de las lacras de esos años de libertad que llegaron después de la Transición (como el sida o las drogas). Se muestra a grandes figuras del cine español (ya había aparecido un jovencísimo Luis García Berlanga en el primer capítulo) como son Almodóvar y Antonio Banderas. Por todo ello, se puede observar la gran importancia del siglo XX en esta temporada, se puede afirmar que se trata de uno de sus protagonistas ya que aparece en la mitad de los capítulos y de manera central, algo que no pueden decir la mayor parte de los personajes trabajadores del Ministerio.
Sin embargo, a pesar de estas y otras peculiaridades de la cuarta temporada (como el cambio del edificio y la consiguiente eliminación de la mítica escalera de caracol que daba acceso a las puertas), la serie, como no podía ser de otra manera, ha mantenido la misma esencia que cautivó a los espectadores desde su comienzo y con la que anhelaban reencontrarse con la vuelta de la serie en 2020. Se han mantenido las numerosas referencias cinematográficas y televisivas que han caracterizado a la serie desde un principio—no olvidemos Con el tiempo en los talones, el primer episodio de la tercera temporada en el que se rinde todo un homenaje a la cinematografía del gran director inglés Alfred Hitchcock— y que, como ya se ha nombrado, han formado incluso parte de las propias tramas. La crítica social y política siempre ha estado y está patente en la serie, a través de los comentarios de distintos personajes (entre los que destacan los ácidos reproches de Salvador) se reprueban las actitudes tanto actuales como históricas de la sociedad española. En esta última temporada ha sido especialmente destacada la crítica del último episodio (revestido de futurismo) que arremete contra las medidas antiecologistas (como el fin de Madrid Central), las salidas de países de la Unión Europea o la banalización de la política con la llegada al cargo de presidente de Gobierno de un presentador de televisión utilizando un eslogan populista, como pronostica la serie que pasaría en 2028 con Bertín Osborne. Como se puede observar, la serie ha mantenido ese humor ácido que consigue combinar mordaces críticas con un tono cómico que hace al espectador sentirse reconfortado al visionar la serie.
Por todo ello, esta cuarta temporada es una de las mejores de la serie, porque ha conseguido aunar aquellas características que esperaban los espectadores sin llegar al conformismo, sino arriesgando y presentando capítulos y situaciones muy diversas que han conseguido capturar la atención del más variado público.
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